Costa Rica: cuando la seguridad es una ruleta

Costa Rica vendió durante décadas la imagen de “oasis de paz”. El país sin ejército, con playas paradisíacas y gente amable parecía inmune a las guerras que arrasaban Centroamérica. Hoy ese mito se cae a pedazos. En las calles, en los barrios y en las noticias se repite una misma historia: asaltos, asesinatos y una impunidad rampante. ¿Qué ocurrió para que la “Suiza de Centroamérica” se convirtiera en un lugar donde salir a la calle es una lotería?

El monstruo de los homicidios

El 2023 marcó un antes y un después. Durante ese año se registraron 907 homicidios, la cifra más alta de la historia reciente de Costa Ricasemanariouniversidad.com. Para darse una idea de la magnitud, en 2022 hubo 654 muertes violentasreuters.com. De un año a otro el país prácticamente duplicó su tasa de homicidios por cada 100 000 habitantes, pasando de 12,6 a cerca de 17unacomunica.una.ac.crreuters.com. El año 2023 se convirtió en el “año récord” y colocó a Costa Rica entre los países con las tasas más altas de homicidios de Latinoamérica.

Uno podría pensar que se trata de un pico aislado, pero los datos de 2024 y 2025 muestran una tendencia instalada. Durante 2024 se registraron unos 880 homicidiosobservador.cr, una leve reducción de 3 % que las autoridades celebraron. Sin embargo, ese descenso se desvaneció rápidamente: al completar la primera mitad de 2025 el país acumulaba 443 asesinatos, nueve más que en el mismo periodo de 2024semanariouniversidad.com. El promedio es escalofriante: una vida menos cada diez horassemanariouniversidad.com. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) proyecta que 2025 cerrará con alrededor de 900 homicidiosobservador.cr, muy similar a las marcas de 2023 y 2024. La agencia suiza Swissinfo confirma estas proyecciones y señala que el país suma ya 502 homicidios con un promedio de 2,4 asesinatos por díaswissinfo.ch.

¿Por qué tanta sangre? Las autoridades y los periodistas señalan un mismo origen: el narcotráfico. Según el OIJ, alrededor del 74 % de los homicidios se debe a ajustes de cuentas o venganzas entre grupos criminales y 79 % se comete con armas de fuegoobservador.crswissinfo.ch. El fiscal general lo resume así: “Estamos viviendo luchas entre bandas de crimen organizado… el principal motivo de los homicidios son los ajustes de cuentas por el control de plazas para vender drogas”unacomunica.una.ac.cr. Cuando la policía detiene a un capo en un barrio, se crea un vacío de poder y otra banda intenta apropiarse de su territorio; el resultado son balaceras y asesinatos casi a diarioobservador.cr.

La provincia de San José es la más afectada. Al 4 de julio de 2025 acumulaba 152 asesinatosobservador.cr. Limón, la región caribeña donde desembarcan gran parte de las drogas, registraba 95 homicidiosobservador.cr. Otras provincias como Puntarenas y Cartago muestran disminuciones, pero el balance general sigue siendo sombrío. El OIJ advierte que muchos crímenes quedan sin resolver porque el miedo impide que testigos declaren y porque las bandas operan con estructuras profesionales similares a las de los carteles mexicanosobservador.cr. La propia policía judicial reconoce que sólo logra resolver entre 55 % y 60 % de los homicidiosobservador.cr, mientras que el ministro de Seguridad denuncia que más de 5 000 asesinatos desde 2010 ni siquiera se han llevado a juicioobservador.cr. La impunidad alimenta la violencia: si matar no tiene consecuencias, matar se vuelve negocio.

Asaltos: menos números, más miedo

Los homicidios son la punta del iceberg. Por debajo hay miles de robos y asaltos que afectan la vida cotidiana de la gente. El Gobierno asegura que hay mejoras: las denuncias por hurtos disminuyeron de 15 935 en 2023 a 14 635 en 2024observador.cr, y este año se proyecta una nueva reducción. Entre el 1º de enero y el 19 de abril los hurtos pasaron de 4 874 casos en 2023 a 4 600 en 2024 y a 3 559 en 2025observador.cr. Igual ocurre con los asaltos: 3 222 entre enero y mediados de abril de 2023; 2 789 en 2024; y 2 218 en 2025observador.cr. En todo 2023 se registraron 10 300 asaltos, cifra que bajó a 9 198 en 2024observador.cr. También disminuyeron los robos a vivienda, de 1 705 casos (enero-abril 2023) a 1 335 en 2024 y 1 036 en 2025observador.cr.

Las cifras del Gobierno contrastan con la percepción en las calles. Un análisis del diario El Financiero muestra que en apenas cinco semanas de 2025 (del 1º de enero al 7 de febrero) se reportaron 620 asaltoselfinancierocr.com. La mitad de estos delitos ocurrió en la provincia de San Joséelfinancierocr.com. Los barrios céntricos Merced, Hospital y Catedral concentraron la mayor parte de incidenteselfinancierocr.com. La violencia de los atracos también preocupa: 27 % se cometió con arma blanca y 26 % con arma de fuegoelfinancierocr.com; las armas blancas fueron la modalidad más usada, seguidas por armas de fuegoelfinancierocr.com. En otras palabras, la probabilidad de que te apunten con un cuchillo o una pistola al salir de tu casa es real, aunque las estadísticas globales muestren alguna disminución.

La resiliencia criminal también se nota en la migración de delitos. Mientras los asaltos a personas bajan, el robo de vehículos aumenta: de 1 206 casos entre enero y abril de 2023 a 1 434 en el mismo periodo de 2024 y 1 362 en 2025observador.cr. Muchos de esos autos robados son usados luego en asesinatosobservador.cr. Otros delincuentes pasan de robar carteras a robar combustible de los oleoductos; en 2024 se decomisaron 4,5 millones de litros de gasolina robadaobservador.cr. Es como un juego del gato y el ratón: cuando la policía cierra una puerta, el crimen organizado abre otra.

¿Por qué tanta violencia? Las raíces

No se necesita un doctorado en sociología para saber que el narcotráfico crece donde hay desigualdad y oportunidades limitadas. Un análisis de la Universidad Nacional señala que la violencia en Costa Rica está anclada en la violencia estructural: la falta de empleo, de educación y de atención estatal crea un caldo de cultivo donde las bandas reclutan jóvenesunacomunica.una.ac.cr. La tasa de homicidios se disparó justo en los cantones con mayor pobreza y menos acceso a educaciónunacomunica.una.ac.cr. Como explica el economista Ennio Rodríguez, “las malas condiciones de vida permiten la entrada del narcotráfico… estos cantones necesitan una política robusta de educación, empleo y asistencia social”unacomunica.una.ac.cr. Claudia Palma añade que los jóvenes que entran al tráfico lo ven como una forma de suplir necesidades y obtener reconocimiento en una cultura que glorifica al narcounacomunica.una.ac.cr.

La violencia también tiene un componente político. La lucha contra el crimen se ha convertido en un botín electoral: cada gobierno promete mano dura, pero la inversión en prevención y en el sistema judicial no llega. El director del OIJ reconoce que la agencia resuelve más de la mitad de los homicidiosobservador.cr, pero el ministro de Seguridad replica que la justicia sólo procesa a menos de la mitad de los asesinos y que miles de casos ni siquiera llegan a juicioobservador.cr. Mientras unos se culpan a otros, las bandas siguen acumulando armas y fusiles AR-15 aparecen en bodegas escondidassemanariouniversidad.com. La sociedad se queda con la sensación de que matar sale barato.

La ruleta de la seguridad

Con este panorama, vivir en Costa Rica se siente como apostar en una ruleta: quizá hoy regresas a casa sin problemas, quizá te asaltan camino a la tienda o, en el peor de los casos, una bala perdida cruza tu barrio. Las políticas públicas parecen improvisadas; se anuncian megaoperativos un fin de semana y al siguiente las balaceras vuelven. La llamada “ley del efecto DEA” —que supuestamente bajó los homicidios tras la captura de figuras de alto perfil— duró apenas unos días; la misma policía reconoce que fue un respiro temporalobservador.cr. La violencia sigue porque hay demanda (drogas en EE. UU. y Europa), oferta (jóvenes sin oportunidades que buscan dinero fácil) y territorio (rutas del Caribe y el Pacífico) que proteger. Las bandas no van a soltar el negocio porque extraditen a un capo; simplemente ponen a otro testaferroobservador.cr.

El Gobierno intenta mostrar datos optimistas de reducción de ciertos delitosobservador.cr, pero la sensación ciudadana es de inseguridad y abandono. Encuestas de opinión de la UCR (no accesibles por problemas técnicos) indican que la inseguridad es el principal problema que preocupa a la población. La reacción de muchos es encerrarse, colocar verjas y cámaras de seguridad, o incluso emigrar. El sector privado también sufre: empresarios denuncian extorsiones, robo de mercancías y el cierre temprano de negocios por temor a asaltos.

¿Hay salida?

A estas alturas no hay soluciones mágicas. El presidente Rodrigo Chaves admitió que su gobierno podía asumir responsabilidad por los datos de 2023 pero luego minimizó los homicidios porque “eran miembros de bandas criminales”semanariouniversidad.com. Posteriormente culpó al Poder Judicial y pidió más años de prisión, más cárceles y más policías. Sin embargo, el propio director del OIJ advierte que para disminuir la violencia a mediano y largo plazo se necesitan políticas de desarrollo humanoobservador.cr. Los académicos proponen volver a invertir en educación, empleo y prevención; recuperar espacios públicos; apoyar a las familias; e implementar programas de rehabilitación para jóvenes en riesgounacomunica.una.ac.cr. Es decir, menor bala y más oportunidades.

Se requiere también una justicia eficaz. Reducir la impunidad pasa por fortalecer el Ministerio Público y el Poder Judicial, dotarlos de recursos y personal especializado, e integrar la cooperación internacional contra el lavado de dinero y el tráfico de armas. Como señalaba el informe Estado de la Justicia, el sistema está al límite: cada vez hay más homicidios por resolver y menos recursos para investigarlosobservador.cr. Mientras sigan entrando fusiles a los barrios y los jueces sigan soltando reincidentes con decenas de arrestosobservador.cr, la ruleta continuará girando.

Despierta, decide, domina

Quien lea estas líneas puede sentir rabia, impotencia o miedo. Así es como comienza el cambio: emocionar para luego reflexionar y finalmente actuar. La primera descarga de dopamina al leer cifras tan crudas tal vez sea incómoda, pero es necesaria. Luego viene el reencuadre: el problema de la inseguridad no es un castigo divino ni un virus inevitable; es el resultado de decisiones políticas, económicas y sociales. Y finalmente la alquimia interior: transformar la frustración en compromiso cívico. Exigir a los gobernantes políticas integrales, apoyar proyectos comunitarios, denunciar cuando se observa un delito y, sobre todo, no normalizar la violencia.

La seguridad debería ser un derecho, no un juego de azar. Costa Rica tiene una historia de paz y democracia que vale la pena defender. Para recuperar esa esencia no bastan discursos ni patrullajes: hace falta despertar, decidir y dominar el miedo y la apatía. No permitamos que la ruleta siga decidiendo por nosotros.